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Los disturbios de Nabi Musa de 1920, también conocidos como disturbios de Jerusalén de 1920 o pogromo de Jerusalén, tuvieron lugar en la parte británica del Territorio Enemigo Ocupado (OETA en sus siglas inglesas, que se convertiría en breve en el Mandato Británico de Palestina) entre el domingo 4 y el miércoles 7 de abril de 1920 en la Ciudad Vieja de Jerusalén y sus alrededores. Cinco judíos y cuatro árabes murieron como resultado de los disturbios y cientos más resultaron heridos.[1]
Los disturbios reciben su nombre de la festividad de Nabi Musa, con la cual coincidieron, que tenía lugar anualmente durante la Semana Santa, durante una época de creciente tensión entre las comunidades árabe y judía. Los hechos tuvieron lugar poco después de la Batalla de Tel Jai y en el contexto de la presión cada vez mayor ejercida sobre los árabes nacionalistas de Siria durante la Guerra Franco-Siria. Algunos líderes religiosos árabes pronunciaron discursos durante el festival (en el que multitud de musulmanes se reunían tradicionalmente para realizar una procesión religiosa), que incluían consignas aludiendo a la inmigración sionista y a los enfrentamientos previos en torno a las aldeas judías en Galilea. El motivo que hizo que la procesión se convirtiese en una revuelta no está claro del todo; algunas pruebas parecen indicar que hubo provocaciones sionistas, pero también es posible (aunque no fueron documentados) que fueran actividades árabes las que desencadenaran los disturbios.[2]
La administración militar británica de Palestina recibió críticas por retirar sus tropas del interior de Jerusalén, así como por su tardanza a la hora de recuperar el control.[3] La confianza mutua entre británicos, judíos y árabes se vio erosionada como resultado de los disturbios, y tuvo entre sus consecuencias un incremento en los esfuerzos de la comunidad judía para conseguir una infraestructura autónoma y un aparato de seguridad paralelo al de la administración británica, convirtiéndose en el germen de la Haganá.
Tras los disturbios, jeques de 82 pueblos alrededor de las ciudades de Jerusalén y Jaffa, que decían representar al 70% de la población, publicaron un documento expresando su condena de las manifestaciones contra los judíos, aunque esta condena pudo haberse conseguido con sobornos.[4] A pesar de la revuelta, la comunidad judía de Palestina participó en unas elecciones para la Asamblea de Representantes el 19 de abril de 1920, a excepción de la ciudad de Jerusalén, donde las elecciones se retrasaron tres días.[5] Los disturbios también precedieron en el tiempo a la Conferencia de San Remo, que se celebró entre el 19 y el 26 de abril de 1920, en la que habría de decidirse el destino de Oriente Medio.